Conocer
Una de las cosas más gratificantes de la vida para mí es aprender. Hay muchas cosas que aprender. Y no sólo hablo de adquirir conocimientos, así que más que aprender, podría hablar de conocer.
Se pueden conocer cosas, lugares o gentes y en mi escala irían exactamente al revés de como los he enumerado. Conocer a una persona es una tarea infinita, siempre se puede encontrar una faceta nueva que llegue a sorprender. Así, me quedo en cualquier caso con la gente profunda y a los superficiales los dejaremos para salir de fiesta.
Es una experiencia magnífica descubrir que una persona que ya conocías esconde alguna afición oculta. Es que es muy fácil sacar a colación, por ejemplo, que te guste el fútbol, algún otro deporte o tal tipo de música. Y no voy a decir que sea mejor o no, pero sin querer resultar pedante -y no me importa si a alguien se lo parezco- prefiero otras.
Todavía no he conocido a nadie que de primeras te vaya diciendo que le gusta escribir, que pinta o que hace teatro y casi me atrevería a pensar que así es mejor. Precisamente porque entras en la aventura de ir averiguando esas cosas poco a poco, de ir profundizando en esa otra persona y a la larga creo que se consigue una unión -ignoro de qué naturaleza- más fuerte.
Estos pensamientos llevan mucho tiempo en mi cabeza, pero hay veces en que para sacarlos de su letargo les hace falta algún tipo de empujón. A veces simplemente vale con traducirlos a palabras para expresárselos a alguien y así uno los termina por ver más claros. Otras veces, se produce alguna situación que enciende la mecha.
Hoy, y eso ha sido lo que me ha llevado a escribir esto, me ha sucedido lo segundo. Me alegro de que haya gente con inquietudes más o menos escondidas por profundas; me alegro de que haya gente en la sombra esperando a ser descubierta y a dejarse conocer.
Se pueden conocer cosas, lugares o gentes y en mi escala irían exactamente al revés de como los he enumerado. Conocer a una persona es una tarea infinita, siempre se puede encontrar una faceta nueva que llegue a sorprender. Así, me quedo en cualquier caso con la gente profunda y a los superficiales los dejaremos para salir de fiesta.
Es una experiencia magnífica descubrir que una persona que ya conocías esconde alguna afición oculta. Es que es muy fácil sacar a colación, por ejemplo, que te guste el fútbol, algún otro deporte o tal tipo de música. Y no voy a decir que sea mejor o no, pero sin querer resultar pedante -y no me importa si a alguien se lo parezco- prefiero otras.
Todavía no he conocido a nadie que de primeras te vaya diciendo que le gusta escribir, que pinta o que hace teatro y casi me atrevería a pensar que así es mejor. Precisamente porque entras en la aventura de ir averiguando esas cosas poco a poco, de ir profundizando en esa otra persona y a la larga creo que se consigue una unión -ignoro de qué naturaleza- más fuerte.
Estos pensamientos llevan mucho tiempo en mi cabeza, pero hay veces en que para sacarlos de su letargo les hace falta algún tipo de empujón. A veces simplemente vale con traducirlos a palabras para expresárselos a alguien y así uno los termina por ver más claros. Otras veces, se produce alguna situación que enciende la mecha.
Hoy, y eso ha sido lo que me ha llevado a escribir esto, me ha sucedido lo segundo. Me alegro de que haya gente con inquietudes más o menos escondidas por profundas; me alegro de que haya gente en la sombra esperando a ser descubierta y a dejarse conocer.
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