Agora

Si me pusiese ahora a disertar sobre el inconsciente y su comportamiento, no os contaría nada nuevo; ya sabéis en mi caso cómo es y la relación antagónico+amistosa que nos une. Y esto no es que lo crea, es que verdaderamente él es quien manda. Hasta el punto de hacerme ver que las decisiones las tomo yo cuando al final siempre se hace lo que él quiere.

Esta vez en algo que yo interpreté como ilusión, se coló él motivado solamente por vanidad y pese a que mis planes iban en una dirección diferente me ví embarcado en una nueva aventura. Aún habiendo descubierto el engaño, trato de mantener la ilusión, cosa, que por suerte, de momento no me supone un esfuerzo.

Y como sé que me lo preguntará, le constesto ya, Major Tom; sí que hay, hay vida en Marte.

Vagueando un domingo por la tarde

Si el peor momento de la semana es el lunes por la mañana, el que le sigue es el domingo por la tarde. Hace tiempo aprendí que la mejor manera de hacerlo bueno era emplearlo en hacer cosas, las más posibles. Salir a tomar algo, ver una película o simplemete quedar con los amigos son buenas opciones ahora que la liga ya termina.

Hoy por hoy vivo los domingos como en una cuenta atrás. Igual debería quitarme de encima la obsesión por tener que irme -cuestión inevitable- y actuar como si nada hasta justo antes. Todavía tengo que cerrar la maleta, aunque eso a penas me supone nada, ya las hago con los ojos cerrados y sin ninguna preocupación por que se me olvide algo. Si se queda algo en tierra, mala suerte; y si es completamente fundamental, siempre se podrá buscar en algún sitio algo parecido o igual o simplemente prescindir. También debería darle un repasito al menos al parabrisas del coche para no tener que ir con el modo de visión nocturna conectado.

El ordenador llega a aburrir, internet no saca más jugo y no se asoma nadie por el msn. Escribo en el blog y mato el rato.

El día de los partes amistosos

Firmar un parte amistoso es algo que aunque no es nada del otro mundo, no se hace todos los días. Y ayer (*) firmé dos; ahí lo extraordinario del asunto.

Para más coincidencias, los dos estaban motivados por situaciones parecidas y en ninguna de las dos tenía yo la culpa. La diferencia estaba en que en la primera, la iniciativa fue de un buen ciudadano que rozó su coche con el mío teniéndolo yo bien aparcado y en la segunda, todo el esfuerzo de resolverlo bien lo hice yo.

Hay que tomarse la vida de una forma decente, que para algo están los seguros. Simplemente con dejar un aviso y unas buenas intenciones se pueden llevar a buen término las cosas. Educación, caballerosidad, buen hacer, galantería y no salir corriendo y escabullirse pensando que no pasa nada cuando también se ha quedado dañado tu coche.


(*) Con ayer me refiero al lunes 11 de mayo del presente.

Berenjenas y comedias

Como ya sabréis los que seguís si no este blog, al menos mis andanzas, no voy a poder dedicarle todo el tiempo que quisiera, así que publicaré con menos frecuencia. Volveré al sistema de los comienzos de escribir en papel cada vez que me venga la inspiración y transcribir después aquí.