lunes, julio 11, 2005

Tabasco

A determinadas comidas me gusta que se les de un punto de pique, pero no demasiado como para echar a perder el plato y no poder disfrutar de él. La gente aficionada al picante argumenta que éste lo que hace es abrir las papilas gustativas, de manera que se captan los sabores con más intensidad.

Este verano el sol irradia más furibundo e implacable, quizá haciendo buenas las teorías catastrofistas del calentamiento global y de la destrucción de la capa de ozono; y los rayos ultravioleta -esos que atraviesan las nubes en los días cubiertos en los que se pasa menos calor y uno inconsciente y agradado se expone más- nos fríen sin piedad.

Soy un puto gusiluz, soy la Antorcha Humana sin fuego y sin vuelo, soy un cangrejo a la plancha.

Tengo la piel hipersensibilizada y cualquier contacto es incrementado exponencialmente. Es fastidioso recibir un palmetazo en la espalda, pero por contra el agua fría de la ducha incide como un masaje de un erizo con púas de terciopelo, y un escalofrío provoca otro escalofrío.

Cualquier cosa que me pase me afecta muchísimo más. Pero sólo en lo que concierne a la piel.

3 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

quien te viera ataviado de tu mejor bañador y bronceandote!
Besotes pequeño gran tete!!!

8:50 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Mientras el color de tu piel aumenta tus ojos se apagan, pero muestran con más intensidad su color, sabes por qué es esto. Quién alimenta las miradas, las cosas picantes o las pieles bronceadas. Es un gran lio pero muy curioso

12:35 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Te reto a comer culquier cosa con picante, seguro que gano ;-P

11:21 p. m.  

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