Las reglas del juego
Cuando era pequeño vivía en un edificio con soportales, jardines, plazoletas y piscina rodeado de olivares. Era tal el aislamiento que crecíamos casi asilvestrados y los contactos con la civilización -ir al pueblo a comprar chucherías, por ejemplo- requerían organizar una expedición.
Éramos un microcosmos casi autosuficiente para las necesidades de diversión que teníamos. Según la moda imperante, a cada tiempo tocaba jugar a una cosa y los juegos de mesa -o más bien de tablero, poque jugábamos en el suelo- tuvieron más de una vez su ocasión.
Se jugaba así dictaba el dueño del juego y más de una vez llegó a suceder que un jugador eliminado y aburrido leía las instrucciones que resultaban diferir de las prescripciones del propietario.
"Ya, pero es que en mi casa jugamos así" o "no, pero es que así es más divertido" eran las salidas frecuentes de esos que realmente no se habían parado a leer el manual o que pretendían poner a la ley de su lado. A partir de ahí podía pasar cualquier cosa; desde que se terminase en ese momento la partida por la vía civil o la criminal, hasta que hubiese acuerdo sobre cómo proseguir. Imprevisiblemente podía haber consenso o conflicto.
Nos hacemos adultos y seguimos igual. Nos metemos en gatuperios de los que no sabemos las reglas o no las acordamos antes de empezar. Y al final llegamos a la misma situación desagradable.
La diferencia -me parece a mí- es que ahora todos salimos perdiendo.
Éramos un microcosmos casi autosuficiente para las necesidades de diversión que teníamos. Según la moda imperante, a cada tiempo tocaba jugar a una cosa y los juegos de mesa -o más bien de tablero, poque jugábamos en el suelo- tuvieron más de una vez su ocasión.
Se jugaba así dictaba el dueño del juego y más de una vez llegó a suceder que un jugador eliminado y aburrido leía las instrucciones que resultaban diferir de las prescripciones del propietario.
"Ya, pero es que en mi casa jugamos así" o "no, pero es que así es más divertido" eran las salidas frecuentes de esos que realmente no se habían parado a leer el manual o que pretendían poner a la ley de su lado. A partir de ahí podía pasar cualquier cosa; desde que se terminase en ese momento la partida por la vía civil o la criminal, hasta que hubiese acuerdo sobre cómo proseguir. Imprevisiblemente podía haber consenso o conflicto.
Nos hacemos adultos y seguimos igual. Nos metemos en gatuperios de los que no sabemos las reglas o no las acordamos antes de empezar. Y al final llegamos a la misma situación desagradable.
La diferencia -me parece a mí- es que ahora todos salimos perdiendo.
1 comentarios:
A mi me pone enferma no saber si en la baraja española el 3 vale 10 ptos o es el 2???En mi casa es el 3 Y point!!!
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