Lo que hay que sufrir por la mierda del amor
Y resulta que el bonometro que llevo no vale, así que un gesto señalándolo y luego a la taquilla, el volumen de voz subido más de lo normal y el guardia de seguridad convencido de que le ha dado la explicación conveniente a un extranjero.
En la taquilla, la cola que uno elige siempre es la más lenta y el cambiarse, es para peor. Se me caen diez céntimos y me encuentro diez euros. Todo eso en el tránsito del tren al metro.
Y por los pasillos se pueden oir esas grandes verdades de la vida que la gente piensa en voz alta.
2 comentarios:
Y yo lo se bien...
Sobre todo cuando quieres lo que en principio no puedes tener.
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