Nueces
Me apetecían, era algo parecido a lo que entiendo como un antojo. Hacía tiempo de la última vez y tenía ganas. Pero las ganas fueron aumentando y poco a poco fueron llegando a algo como un síndrome de abstinencia de domingo por la tarde.
Al principio fui dando golpecitos con un dedo sobre la mesa, que fui acrecentando hasta palmetazos. Comencé a gritar y a patear contra el suelo mientras con los puños aporreaba la mesa. Me levanté y corrí para estrellarme contra la puerta, que se cerró con gran estruendo y seguí pateándola. Luego la emprendí con el armario, y fui hacia la cocina de donde cogí dos cacerolas y no paré de chocar una contra la otra.
Nada. Ninguna. Ya no muchas, es que ni pocas como debía haber sido. Y ya no mucho, sino muchísimo. Pero por más ruido que hice por ninguna parte aparecieron las nueces.
Al principio fui dando golpecitos con un dedo sobre la mesa, que fui acrecentando hasta palmetazos. Comencé a gritar y a patear contra el suelo mientras con los puños aporreaba la mesa. Me levanté y corrí para estrellarme contra la puerta, que se cerró con gran estruendo y seguí pateándola. Luego la emprendí con el armario, y fui hacia la cocina de donde cogí dos cacerolas y no paré de chocar una contra la otra.
Nada. Ninguna. Ya no muchas, es que ni pocas como debía haber sido. Y ya no mucho, sino muchísimo. Pero por más ruido que hice por ninguna parte aparecieron las nueces.
2 comentarios:
¿Y tú, nueces o enriqueces?
veo que no "decae tu ingenio", señor mio. Bonito post y bonito texto. Un abrazo de teletubbie heterosexual!
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