miércoles, marzo 15, 2006

Las cosas por su nombre

Estoy cansado de la estulticia colectiva a la que nos llevan en la mayoría de los casos los medios de comunicación cuando se trata de lo que me vengo a referir. Y no es otra cosa que el reinventado contínuo del lenguaje al que nos someten; gramaticalmente y en cuanto a vocabulario.

Es el resultado de un absurdo gesto de corrección, de esquisitez hortera, incluso de la tan negativa discriminación positiva. Estamos en la era de los traumas, de la gente que se escandaliza por nada y de las burradas de las que nadie protesta.

Los subsaharianos son negros de la misma manera que yo soy blanco, la violencia de género es violencia de sexo aunque no tenga nada que ver en absoluto con el sexo, los árbitros auxiliares siempre serán jueces de línea y si entramos en términos de geografía política, ya no paramos.

A este enemigo, por muy poderoso que sea no me pienso unir. No me importará ser tachado de pedante, pero no renunciaré a llamar a las cosas por su nombre.

Y no hace falta que pasen seis meses.

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